Creo que ya está claro que desde Zelarayán, escrito por un tal Vega fue premiado por Diario de Poesía hace ya una punta de años, se produjo un cambio en la dirección de la literatura argentina, o por lo menos en la valoración de esa otra forma de trabajar la realidad, que muestra lo que la literatura no suele ver.
Era esperable, se está formando un nuevo canon con escritores que nacieron a partir de los años 70. Su representación más precisa está en la antología Monstruos, texto de poemas con estilos muy diversos y que disfruto sin agotarlo. Bueno, ahora, pero en narrativa, aparece En Celo, temática siempre interesante y con autores que están como para una fiesta. He pedido en mi librería el texto, pero no ha llegado, en cuanto lo lea, si me queda energía, les comento mis placeres, pesares o pareceres.
Diego Grillo Trubba ha seleccionado para la editorial Random House Mondadori, una serie de cuatro antologías temáticas de lo que se ha dado en llamar "La joven guardia" de la literatura argentina contemporánea. Éste es el primer volúmen.
Integran En Celo: Terranova / Ali / Cucurto / Mariasch / Mairal / Coelho / Abbate / Suárez / Enriquez / Antonuccio / Licitra / Arias / Moret / Parisi / Bruzzone / Ghenadenik / Linne / Vommaro y algunos otros.Texto leído el 13 de agosto de 2007 en la presentación de En celo. (Juan José Becerra) Si lo cronografiáramos, el sexo sería una de las actividades en la que menos tiempo empleamos, a cambio de emplear casi todo el tiempo restante en convertirlo en un tema de fantasía, como es el de la gloria literaria, o la riqueza, o el viaje a los confines. Pero el sexo ¿es un tema?
Cada historia de En celo es un caso. Incluso son historias que actuando en defensa de su propia forma –y de sus gustos– no podrían entenderse entre sí. Postulado como tema, el sexo de En celo se desliza hacia la radicalidad de la experiencia literaria, el micro asunto o la perversión. ¿Qué encontramos en estas variedades?
¿Hay algo en común entre estas historias? Casi nada (el tema es apenas un poco más que nada), salvo el interés o el impulso que lleva a las historias lejos de cualquier compañía. La soledad del cuerpo y la de la escritura, reunidas en una misma unidad metafísica, son el único punto en común de una antología en la que sus componentes son cápsulas blindadas de individualidad.
Si En celo se reúne algo, eso que se reúne es la prueba de una separación: de ritmos, de asuntos, de escuelas, de estilos, de tonos y de voces. No hay coincidencias formales y, mucho menos, uniformidad. ¿De esas diferencias está hecha una generación? ¿Por qué no? ¿Está mal? ¿Deberían entregarse a la familiaridad, la homogeneidad, la marca?
Reunidos en este libro, como varios de estos escritores han estado en otros, los relatos de En celo buscan una salida hacia el exterior de la plataforma común. Ocurre en todos los consorcios: cada habitante convive en tensión con los otros sólo por ahora, mientras agita en su imaginación un horizonte al que solo se puede llegar solo. En el fondo, sexo y literatura responden al delirio de una misma fantasía: la de creer que las cosas pueden llegar siempre un poco más lejos.