viernes, 15 de agosto de 2008

GANKUTSUO, EL CONDE DE MONTECRISTO



No es fácil encontrar nuevas series de televisión que despierten el interés y te atrapen . A mí me pasa, que tengo que encontrar novedad en lo que se propone. Que me llame la atención y me diga que la creatividad sigue viva. Busco en el arte aún en la televisión, algo que alimente mi capacidad de asombro. Si no es así, simplemente me aburro. Y me vuelvo a los clásicos.


Hace un tiempo hice un hallazgo casi arqueológico, lento como soy, descubrí lo que muchos sabían, un anime nacido hace tres años, digno de ser ofrecido en plato de banquete para los amantes de la ficción. Entusiasmado por la visión de Gankutsuo. El Conde de Montecristo busqué algunos antecedentes en la red.

Encontré una buena nota en Bacanalnica. com, un sitio nicaraguense, que está bien puesto. Me he tomado el atrevimiento, Montecristo seguro me lo perdona, de tomar prestadas sus palabras, porque las encontré exactas.

"El conde de Monte Cristo casi parece un vampiro: orejas puntiagudas, un color azul en la piel, heladas manos que parecen garras y muestran extraños dibujos. Eso sólo sirve para espantar a Franz, el amigo de Albert, y subyugar a éste. De la Luna pasan a París, en Francia, en la Tierra; un París cercado por una muralla, una Tierra que fuera de esa muralla no nos es dado conocer. Aunque quien más y quien menos ha leído El conde de Monte Cristo, su figura y las circunstancias en que se desarrolla la historia han despertado mi curiosidad."


Son 24 capítulos llenos de trementina, en donde cuesta despejar las ideas plásticas para entrar en el argumento. Hecho esto, aceptada la propuesta estética innovadora, comprendido el hilo y los personajes, la serie es una delicia.

Eso sí, preparate para sufrir el vértigo de una mezcla futurista y onda francesa del siglo 19, un estilo rococó delirante, todo abigarrado a más no poder, repleto, con tramas en paisajes, tramas en mobiliario, cabellos y vestimentas, tantas tramas que desconciertan. Y el argumento se desplaza bastante de la conocida historia El Conde de Montecristo de Dumas, con una Ciudad de París extraña a más no poder. Aceratadamente se mantiene el estillo folletín con que se presentó la novela, dando suspenso al final de cada capítulo para engancharte en el siguiente. Antigua técnica occidental.

Pese a la opiniones de algunos, creo que la decoración excesiva concuerda estupendamente con el espíritu original de la novela de Alejando Dumas. Donde la riqueza y la ostentación son la razón de vida de los personajes. Son símbolos de poder absoluto.

El desarrollo es un poco lento y se regodea en lo estético, pero el final sorpresivo, repentinamente violento, patea el tablero de la mejor manera y no deja títere con cabeza.

Nota: encontrá la novela completa de Alejandro Dumas en el sitio Quiero leer.

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