Había ganas de hacer una trasgresión. La ciudad te invita a faltarle el respeto a algunas instituciones sagradas. Se supone que el baño es privado, y más si es un baño público. bueno, aquí estoy, cámara en mano, dispuesto a faltar el respeto a la tradición. Este fin de semana pude hacerlo.

En arquitectura hay un axioma que dice: Privacidad versus Comunidad. Pero he aquí que la propuesta de algún ingenioso permite tener vistas de los cerros de Valparaíso desde los baños de una gran tienda.
Supongo que en las casonas vecinas pueden ver cómodamente lo que hacemos en ese lugar sagrado. Más desde el edificio de diez pisos que ofrece balcones sobre el puerto y claro, sobre nuestras partes privadas.

Las Grandes Tiendas Ripley han construido frente a la plaza Victoria, pleno centro comercial de Valparaíso, una obra de arquitectura que respeto. Desde el último nivel, el sexto, hay un patio de comidas desde el que se vé hasta Con Con, repasando con la vista Viña y Reñaca. Allí a los pies, el puerto con su movimiento incesante de camiones, contenedores y barcos. En la contracara de este nivel están los famosos baños.

Hasta me acequé a la empresa de demolición para intentar comprar unos vitrales increíbles que estaban "botados". Esto para revenderlos al cliente para el que yo trabajaba, un Centro Cultural ubicado apocas cuadras. Se me ocurrió que era una forma de salvar el patrimonio. No resultó.
Pero la obra es respetuosa. Fue proyectada con criterio. Es grande pero no pretende destacarse. Hay allí un ejemplo de buena arquitectura como intervención urbana. Mantiene el volúmen y altura del ex cine y su fachada espejada es un fondo neutro para tanto edificio patrimonial.


Volviendo al baño de marras, te cuento que podés sentarte a mirar la fantástica arquitectura. La secuencia fotográfica me costó un reto de los encargados. Que me tuve que hacer el yanqui para zafar, pero valió la pena.
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