jueves, 14 de agosto de 2008

EL ZONDA ES UN MAL VIAJE


El Zonda es un viento del Pacífico que deja toda la humedad en la cordillera de Los Andes en forma de nieve. Después baja furioso sobre Mendoza, caliente y seco. En otras partes del mundo hay fenómenos parecidos, pero nuestro Zonda, es un fenómeno en extremo caprichoso, tanto como grande es el océano que le da orígen.


Cuando nieva en la montaña, aunque el pronóstico diga otra cosa, nosotros sabemos que se nos el viene el Zonda. Los metereólogos porteños, que no saben nada de nada y menos de estas cosas, ven que en esta zona sube la temperatura, disminuye la humedad y lo llaman buen tiempo. Buen tiempo un corno!
El viento Zonda me pone muy mal. Como a la mayoría. Me cambia el carácter tanto, que muestro sin pudor el energúmeno que llevo adentro. Trato de no tomar decisiones importantes como si fuese un día yeta. Día de zonda, día de mala suerte.

Los días de viento Zonda proliferan los accidentes automovilísticos, las confesiones innecesarias, las agresiones gratuitas, las reuniones inconducentes, las declaraciones de guerra a quienes amamos, las declaraciones de amor a la persona equivocada, los músicos desafinados, los malos poemas.
Al día siguiente la ciudad está llena de polvo, de ramas caídas, de incendios espontáneos. Al día sigiente los diarios están llenos de tonterías. Cuando hay viento zonda los periodistas escriben estupideces, tanto, que, cuando uno lee los diarios, le viene como una resaca a la inteligencia.

Los periódicos con resaca, dicen cosas como: el color de la corbata del señor diputado X era de muy buen gusto. En lugar de decir, la posición que el diputado X respecto al tema en cuestión era acertada.

A veces el Zonda se instala en altura y entonces es más peligroso todavía porque se vuelve taimado. Uno cree que le faltan ganas de vivir, que está enfermo, o que es un flojo desganado, que le falta amor o entusiasmo o algunas otras cosas bonitas. Pero no, es Zonda en altura.

En los días de este viento con olor a muerte como el de hoy, yo trato de flotar, de hacer la plancha, no tomar decisiones, ni comprar ni pagar, no
definir cosas pendientes, en lo posible, no hablar ni conducir. La mejor opción es no contradecir al Zonda, quedarse babeando frente al televisor, evitar los programas locales y dejar que llegue desde el Atlántico el frío salvador. (Q)


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