La mayoría de los visitantes de este blog son extranjeros, por lo que corresponde que explique que en mi ciudad de Mendoza, en el oeste argentino, el vino es lo más importante. Somos unas de las Diez Capitales Mundiales del vino. La Fiesta de la Vendimia, que ocurre cada año en marzo, es el evento turístico-cultural más importante.
Gané el concurso de Libreto para la Fiesta Nacional de la Vendimia del año 1997. El espectáculo se llamó "Vendimia del Vino Mágico", y giraba en torno a la búsqueda de un vino perfecto. Esta búsqueda, que tenía como protagonista a un alquimista, se remontaba a los orígenes del vino, el viaje a América, y su trabajoso arraigo en nuestra tierra.
En la década del noventa el vino mendocino empezaba a ser premiado en todo el mundo, la idea argumental era destacar estos lauros. Claramente tenía un sentido promocional del vino mendocino, que es lo que interesaba.
El guión, que fue seleccionado ganador en forma unánime por el jurado, era bueno para ganar un concurso, pero con una excesiva carga argumental. En otras palabras, que a nivel carpeta, el trabajo estaba de diez, pero para llevarlo adelante, era necesario una gran experiencia, para simplificarlo.
El director artístico seleccionado fue un coreógrafo con cierta experiencia en vendimias, pero con el cual no pude intercambiar palabra, pese a los esfuerzos para que me escuchara.Y lógico, zapatero a tus zapatos, el hombre hizo lo que sabía hacer. Entonces, ese director general pasó a ser solo un coreógrafo general.
LLegé a pensar que la fiesta se hizo sola. Por "tradición espontánea". La puesta de la vendimia del 97, resultó ser un "algo" que me a mí se me antojó "retro-futurista", una cruza de ópera y ballet más apropiado para el Berlín de los años 50 que para la Mendoza de los 90. Ví la fiesta sentado en las graderías como un espectador más y quedé tan desorientado como cualquiera. Y como a cualquiera del público, igual me gustó. Cuando vas al anfiteatro vas dispuesto a ser seducido.
Del espectáculo que yo había concebido en mi mente, nada. Ni la línea argumental, ni los cuadros, ni la música. Y ni siquiera las pocas palabras con que el director quiso orientar el argumento.
Al ser recitadas arbitrariamente, pasaron a ser simples glosas. Las pocas palabras que obedecieron al guión original también fueron combinadas con "nuevas ideas". Por lo tanto, la obra que se presentó no fue basada en mi mi libreto, sino en una idea propio del director, que quizá leyó mi libreto. Vista la falta de respeto al texto e ideas ganadas en concurso, no sólo de parte del director, sino del Ente Vendimial, pensé en iniciar acciones legales, como ya habían hecho antes de mí otros libretistas, con escasos resultados.
Antes de ventilar en los medios y la justicia estos asuntos, pensé otra estrategia más directa para calmar mi orgullo herido. Hice algo que no se hacía. Reclamé formalmente los derechos de radio y televisión, que nunca se pagaban a los autores. Con este argumento y una simple nota, obtuve el visto bueno de Argentores, una impensada suma de dinero, que me permitió pagar mis deudas.
Esto no es una ironía: la vida es extraña, pronto se vino la crisis del 2001, y sin esa recompensa, hubiera tenido serios problemas financieros. Estaré siempre agradecido a la Fiesta Nacional de la Vendimia su oportuna generosidad, pese a que la fiesta, debiendo ser reflejo de mis ideas, me fué completamente ajena. (Q)