lunes, 3 de mayo de 2010

Teretulias Literarias, manual de comportamiento

 




No hay cosa más atroz en las presentaciones literarias, ni nada que corra más al público que las largas sesiones de palabras, que intentan destacar una obra y termina a los bostezos.

En esos casos, cuando la verborragia excede lo razonable, suelo salir un momento, sigilosamente, a tomarme un café, o en casos de mayor hartazgo, una porción de muzarela y vino tinto. En esta técnica de evasión es muy importante llegar antes que todos se hayan ido, y poner cara de yo no fui. Es recomendable sentarse en los laterales del salón, ni muy atrás ni muy adelante, para tener libertad de movimientos.

Si el clima afuera es inclemente, una técnica recomenda es ir acompañado de un amigo o amiga divertido,  de esas personas afines que disfrutan sutilmente de las ironías, con las cuales uno se entiende con una mirada. Eso sí, reirse para combatir el aburrimiento es definitivamente de mal gusto, pero están permitodos gestos faciales de todo tipo.

Estas técnicas no intentan descalificar las presentaciones de libros, pero debo confesar que, siendo inevitables, las prefiero de breve duración, lo menos protocolar posible, y con la menor cantidad de vedetismo de las personas que  deban hablan. Mis respeto a los presentadores que agradecen a quienes colaboraron, que no se atribuyen todo, y que dejan lugar a los otros. Mis respetos a los comentaristas que improvisan, que tiene sentido del humor. Y respecto a los autores, en su día todo les esta permitido, menos la extensión insoportable.


En el caso de que la Tertulia Literaria pinte para plomo, si te has ubicado en el lugar indicado, vas a poder irte y no volver. Al salir vas a respirar profundo, disfrutando del espacio y del tiempo que vuelven a ser tuyos.

Como dije, a veces es mejor irse. Siempre vas a poder comprar el libro y mandarle vía mail una salutación al autor .(Q)

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