Hay edificios que viven por la imaginación de algunos políticos bienintencionados o no. Seguro es válida la idea de recuperarlos, pero en la práctica se torna algo imposible, por el simple hecho que son casi insalvables. Cuando una estructura está afectada, en una zona de alta sismicidad como Mendoza, su recuperación es extremadamente onerosa. Más aún si éste monumento va a ser hipotéticamente afectado a una institución pública.
Muchos años de desidia hacen que la responsabilidad se diluya. Es de tal o cual gobierno? De los profesionales que no pusieron el grito en el cielo? De los legisladores que aprueban leyes de declaración patrimonial sin afectar presupuesto? Un poco de cada cosa, pero este último tema, el del presupuesto, es crucial. Podemos echar la culpa a la sociedad en su conjunto, con lo que no decimos nada. Presupuesto. Eso es lo que hace falta para traer los edificios patrimoniales a la vida. Y si no, señores legisladores, apliquen los códigos y demuelan de una buena vez a esos seres sufrientes, pobres almas en pena, habitantes tristes de la ciudad, medio vivos, medio muertos, lo dicho, una pena, nuestros zombies locales.
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