miércoles, 17 de septiembre de 2008

SECRETOS DE UN DANDY ORIENTAL



Yasunari Kawabata hace de la literatura un ejercicio exquisito donde no sobra nada. Esta es la esencia del minimalismo. En general, el arte japones más elevado tiene ese atributo. Prueba extrema son los haiKú, poemas mínimos de tres líneas. En la novela, el cuento, nuestro autor logra ese efecto de uso de la palabra esencial.

Difundo en todos los ámbitos esta literatura de recursos despojados. Para nuestro carácter latino, tan proclive, bellamente sin duda, a los barroquismos, es encontrar al Otro, cara y cruz de la moneda.

Para nosotros hay mucho que aprender de esta forma de arte. Pero más que una lección, nuestro autor nos puede traer un goce estético inesperado.
En el capítulo inicial de Las Bellas Durmientes. una de sus últimas obras publicadas, condensa la sabiduría de quien ha vivido intensamente y por eso sabe del espíritu humano.
Quede claro que la situación es esencialmente perversa, pero vale como testimonio. También Yasunari es un hombre de mundo que conoce, además de la cultura, los barrios de la prostitución y sus extraños rituales.

En Las Bellas Durmientes, el antiguo oficio se mantiene en un ámbito poco habitual. No debería contarles que las muchachas, jovencísimas, permanecen narcotizadas con opio.

Sin embargo, son sólo objeto de contemplación de los ancianos. Al menos eso se declara formalmente. Sobre lo que realmente sucede adentro de los cuartos nadie habla. Terrible sin dudas, pero nuestra autor narra lo que vio y vivió en su Tokio nataL.

Pero por ahí uno interrumpe la lectura. Se hace difícil digerir lo que sucede y no sucede. Lo que no se cuenta, lo que queda entre las líneas y es que al escribir, Yasunari lo
hace refinada y cruelmente. Sin dudas es la palabra de un dandy oriental.

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