Acabo de encontrar una novela de Yasunari Kawabata que no conocía. Un título que no había visto en mi vida. Fue en la librería Yeny y quedé sorprendido. Primero me alegra que esta cadena de librerías vuelva a vender libros de la editorial Emecé; segundo, que sigan saliendo de abajo de las piedras libros del nipón.
Fue algo tan sorprendente como cuando tomé contacto físico con el muy experimental texto de La pandilla de Asakusa, obra inicial y transgresora de este Premio Novel, en el lugar menos pensado, un estante de las grandes tiendas Fallabela. Un libro hasta hace poco imposible de encontrar.
Esta vez dejaré pasar la oportunidad, nos miramos los dos, él tan campante entre los otros volúmenes, yo buscando otro autor. Indiferencia de ambas partes. Pero tengo la confianza que el nuevo texto, del que todo desconozco, pronto estará en mi mesa.
Si no te has acercado todavía a Kawabata, traemos un párrafo de Mario Bellatin para La Nación, que te invita al abordaje a la manera del autor, en clave ultraminimalista.
"Podríamos acercarnos a la obra de Yasunari Kawabata desde la aseveración de que literatura es aquello que ocurre entre la palabra y el silencio. No es un decir ni un callar sino un estado intermedio, acaso un murmurar vacíos.
Está escrita y, sin embargo, valen tanto las palabras como los espacios blancos entre ellas. Los gritos terminan, los silencios se extienden. La literatura, libre de discursos, abraza el abismo. Se escribe para expresar lo menos. Se mira el mundo para acotar su ruido, no para retratarlo. Se hace literatura para extinguirla, no para prolongarla.
No obstante, la literatura nunca muere. Está hecha de palabras y las palabras siempre significan. Toda literatura dice. Por lo mismo, para callar es necesario batirse en su contra. Entonces la novela agonizará hermosa, silenciosamente."
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