Los amigos chilenos me dan lata, como dicen ellos, con el asunto de Charly. Para que voy a contarte, si vos sabes. Ya no intento una defensa. Los dejo nomas. Lo del bicolor es asunto nuestro.
Como no hay toque de queda, ni aquí ni allá, a pesar de la hora, te cuento los argumentos que me tiran los trasandinos. Charly no va más, canta como un perro, debería quedarse callado, pasar a cuarteles de invierno, y todo ese folklore. Pero en el fondo, los hermanos latinoamericanos, cuando critican, están careciendo de algo básico, esencial para formar la identidad de un pueblo, y por eso nos señalan. Les falta la locura.
Desde luego que el maestro pasó por todas las etapas, desde el frágil hipie de Canción para mi muerte, hasta el cavernícola salvaje que aúlla en Kill to my mather. En ese proceso fue adquiriendo esos rasgos de Nosferatus que hoy lo caracterizan. Pero que podemos decirle, él somos todos. Nos guste o no, Charly es nuestro retrato de Dorian Grey.
Ahora, apremiado por la situación económica, intentó hecharle la culpa a Dios y a María, pero al final, después del berrinche, se tuvo que arremangar. Si hasta labura de modelo de no sé que historia, abrazando en el catre a una de esas diosas que vos y yo estamos lejos de conocer!
Esta noche se presenta en Chacras de Coria, como parte de esa gira que lo ha devuelto, provisoriamente, a la sensatez. Yo lo admiro a la distancia. No vaya a ser que no le guste mi cara y me parta una silla en la cabeza. Entonces, empezaría a curtir mala onda con Charly como mis amigos chilenos. (Q)
Como no hay toque de queda, ni aquí ni allá, a pesar de la hora, te cuento los argumentos que me tiran los trasandinos. Charly no va más, canta como un perro, debería quedarse callado, pasar a cuarteles de invierno, y todo ese folklore. Pero en el fondo, los hermanos latinoamericanos, cuando critican, están careciendo de algo básico, esencial para formar la identidad de un pueblo, y por eso nos señalan. Les falta la locura.
Desde luego que el maestro pasó por todas las etapas, desde el frágil hipie de Canción para mi muerte, hasta el cavernícola salvaje que aúlla en Kill to my mather. En ese proceso fue adquiriendo esos rasgos de Nosferatus que hoy lo caracterizan. Pero que podemos decirle, él somos todos. Nos guste o no, Charly es nuestro retrato de Dorian Grey.
Ahora, apremiado por la situación económica, intentó hecharle la culpa a Dios y a María, pero al final, después del berrinche, se tuvo que arremangar. Si hasta labura de modelo de no sé que historia, abrazando en el catre a una de esas diosas que vos y yo estamos lejos de conocer!
Esta noche se presenta en Chacras de Coria, como parte de esa gira que lo ha devuelto, provisoriamente, a la sensatez. Yo lo admiro a la distancia. No vaya a ser que no le guste mi cara y me parta una silla en la cabeza. Entonces, empezaría a curtir mala onda con Charly como mis amigos chilenos. (Q)
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