martes, 1 de julio de 2008

PREHISTORIA DEL CAPITALISMO AVANZADO

En el año 1961 empecé la enseñanza media y, en 1967 entré en la universidad. Cumplí los veinte años en pleno auge de las aparatosas revueltas estudiantiles que todos conocéis. En este sentido, creo que se me puede considerar un típico hijo de los años sesenta. Pasé el periodo más vulnerable, más inmaduro y a la vez más decisivo de mi vida respirando a pleno pulmón el aire salvaje, improvisado y espontáneo de los años sesenta, que, como es lógico, acabó emborrachándome por completo. ¡Había tantas puertas que debíamos abrir de una patada! Sí. ¡Y qué fantástico es tener ante los ojos puertas para que las abriéramos a puntapiés! Y todo eso con los Doors, los Beatles, Bob Dylan y los otros como música de fondo.


En la década de los sesenta, sin duda, ocurrió algo especial. Lo pienso ahora al mirar hacia atrás, y también lo creía entonces, cuando estaba inmerso en aquel torbellino. Que aquella época fue excepcional. Pero si la conversación deriva hacia la cuestión de si aquella década excepcional nos contagió con su fulgor a nosotros —es decir, a nuesa generación—, entonces, personalmente, no puedo evitar inclinar la tibeza en un gesto dubitativo. No puedo evitar balbucir una respuesita. ¿No nos limitamos, tal vez, a pasar por delante de todo aquello tan excepcional? ¿No nos limitamos, tal vez, de la misma manera que si se tratara de una película emocionante, a verla y vivirla con intensidad, sintiendo húmedas de sudor las palmas de las manos, para luego, una vez que se encendieron las luces del cine, salir a la calle poseídos por una inofensiva exaltación? ¿No nos olvidamos, por una u otra razón, de extraer de todo aquello una lección valiosa? Lo ignoro. Todo ello guarda conmigo una relación demasiado estrecha como para poder dar una respuesta precisa y justa.

FRAGMENTO DEL CUENTO DE H. MURAKAMI, INCLUIDO EN SAUCE CIEGO, MUJER DORMIDA.

No hay comentarios: